CHAU...ADIOS A LA LIBERTAD EN BLOG



ESTE ES MI NUEVO SITIO,(todavía en construcción),AL CUAL ME TRANSLADO, CUANDO BLOGGER APLIQUE CENSURA. GRACIAS.
MIENTRAS PUEDA SEGUIRE EN ESTE BLOG

jueves, 6 de enero de 2011

NIÑOS DE HOY :LIMITES SANOS Y NECESARIOS.-


En esta nuea era donde consideramos y reconocemos a los niños con una fuente de sabiduría muy despierta, nos resulta difícil encontrar la forma equilibrada y no dañina, pero a la vez contenedora, de establecer los límites sanos y necesarios.
¿Cómo hacer para decir “No”, y no ser autoritario?, ¿Cómo hacer para darnos cuenta de que estamos siendo justos o injustos?, ¿Cómo poner un límite sin reprimir ni dañar su psiquis, su potencial, su naturaleza de niño?
Esta es una búsqueda muy sana que habla de una consideración verdadera hacia el Ser que está hoy acompañándonos, pero muchas veces, queridos educadores, encontramos que por no querer dañar hacemos daño.
En esta necesidad de respetar al niño a menudo dejamos escapar por allí nuestra responsabilidad de adultos, responsabilidad que debemos ejercer. Debemos aprender a decidir.

He escuchado conversaciones de adultos con niños, donde los adultos decían: “Quieres o no quieres”, “vamos o no vamos”, “esto o lo otro”, “qué quieres hacer”. Conozco y comprendo la apertura, la búsqueda y el cuidado que se quiere generar en este diálogo.
Cuando ayudamos a los niños a saber decidir, los ayudamos a ser libres y capaces de enfrentar y resolver los dilemas de la vida. Esto es muy admirable, valioso y necesario para su desarrollo. Habrá momentos en que esta forma de educar será acorde y justa. Sin embargo habrá otros momentos en los que realmente el niño necesitará que lo ayudemos, que decidamos nosotros. En estos momentos el niño necesitará que digamos: “Ahora es esto, después lo otro”. “Ahora aquí y después allá”. En ocasiones ciertas decisiones son demasiado grandes para ellos.

Los niños tienen una gran sabiduría, tienen un gran potencial, pero también son niños guiados a veces por sus deseos incontrolables y desconocidos, y desde allí no pueden decidir, no saben cómo hacerlo aun. Por eso nos necesitan, por eso necesitan nuestra guía y nuestra sabiduría.
Pero atención, no estoy hablando de no escuchar lo que necesita el niño, no estoy hablando de ser autoritario. Hablo de aquellos momentos en que claramente el niño necesita nuestra guía y nosotros le pasamos la responsabilidad de que se guíe por si solo.
Por no saber qué es bueno y qué es malo, dejamos que el niño lo resuelva. Que él decida intuitivamente y se guíe a si mismo.
Repito, comprendo por qué se hace. Queremos respetar y cuidar la esencia del niño, sin embargo no debemos olvidar que él ha llagado a nuestra vida y necesita nuestra guía y cuidado, y si nosotros nos evadimos de esta responsabilidad, no solo no lo ayudamos sino que sin darnos cuenta lo podemos descuidar.

Habrá veces que el niño sabrá claramente lo que quiere y es ahí donde hay que saber escucharlo y dejar que se guíe por su propia sabiduría; pero habrá otras veces que simplemente serán niños, y realmente agradecerán si los ayudamos. Agradecerán que les digamos: “Ahora a dormir”, “Es hora de irse”, “Es hora de hacer esto o aquello”.
Podemos ver en sus ojos que nos dicen: “Gracias por aliviarme esto, era lo que necesitaba”.

Pero para poder reconocer cuándo necesitamos guiarlos, y cuándo ellos solos pueden resolverlo, hay que poder desarrollar la intuición, la propia sabiduría. Y he aquí nuestro trabajo. Es nuestro, es un trabajo de adulto: crecer. Verdaderamente crecer, saber discernir, saber percibir. Y para crecer debemos reconocer qué parte nuestra necesita sanarse y qué parte nuestra está capacitada para guiarnos y guiar.
Si hay en nuestro interior hay una parte que la percibimos con bloqueos, con heridas de nuestra propia niñez, sabemos que es ahí donde no tenemos que pararnos para poner un límite. Esta parte aun no puede decidir, esta pare necesita ser cuidada y sanada. Aquí tenemos un trabajo que hacer: buscar el camino que nos lleve a sanarnos.
Pero cuál es la otra parte que si está sana, que tiene fuerza interior, que tiene Espíritu? Ahí está nuestra sabiduría, nuestro discernimiento, nuestra comprensión, percepción, intuición. Ahí está el amor sano. De ahí debemos tomar el amor para establecer un límite.

Los niños necesitan nuestra protección, muchas veces necesitan que decidamos. Pero he aquí la clara diferencia entre autoritarismo y verdadera protección. Hay un lugar que existe dentro nuestro, y si nos colocamos allí para establecer un límite, no es dañino para el niño sino todo lo contrario, es sanador y aliviador para su alma.
Este lugar muchos adultos aun no lo conocen e inconcientemente se evaden de la responsabilidad de hacer un trabajo de autoconocimiento, y de ver verdaderamente qué pertenece a nuestras vivencias, qué está ligado a nuestras limitaciones, a nuestra infancia y a bloqueos generados en ella, y qué está ahí y pertenece a una sabiduría mucho más profunda que nuestros propias ideas.

Muchas veces confundimos el amor con tibieza, blandura o no forma. El amor puede ser manifestado así, pero es una idea más de lo que es el amor. Hay conocidas historias de grandes Maestros que han sido firmes y decisivos con sus discípulos. Podemos juzgar a estos Maestros como rígidos y autoritarios, sin embargo los discípulos continuaron siguiendo al maestro porque sabían y sentían de dónde provenía esta firmeza. Provenía del amor, que tiene muchas formas de comunicarse según la necesidad de cada momento.

Entonces ahora llega el momento de decidir, debo ejercer mi rol, y mi rol no es ser pasivo y dejar que las cosas mágicamente encuentren su resolución, su límite. Debo guiar a este niño y para ello muchas veces necesitaré ser fuerte, ser claro y ser firme, otras veces flexible, blando, permisivo. Pero siempre situado en este lugar de sabiduría y de amor.

Es el arte de educar. El arte de ser padres, maestros, educadores.



por Nancy Ortiz
Editora de CaminosalSer