Inicia
la meditación utilizando la técnica que más te guste o que mejor
domines para llegar al punto más álgido de conciencia expandida de que
seas capaz, ya llevamos muchos años en este empeño y tu mejor que nadie
sabes cómo hacerlo. Llega a tu paz interna, instala el silencio mental,
flota e invoca a tus Maestros y Guías Espirituales. Tómate el tiempo que
consideres necesario, esta parte es muy importante porque cuanto mayor
nivel vibratorio alcances en esta etapa, mayor será tu potencial de
actividad luminosa interna y externa.
Ahora,
en paz y silencio mental, inicia lentamente el viaje hacia tu centro.
Mueve tu conciencia al centro de tu pecho, al lugar de la glándula timo,
ese punto señalado junto a tu corazón, que es tu verdadero corazón
espiritual y llama a sus puertas, que son las de tu Ser Interno. Invoca a
tu divinidad interior, a la Luz Divina que te habita, y contacta con
este punto. Espera el contacto y asegúrate de haberlo logrado. Es un
punto brillante, luminoso, a base de pura luz, la luz divina que tú
eres, y ahora inicia un proceso de crecimiento de ese punto, pero, muy
importante, acompáñale, impúlsalo con una espléndida sonrisa, inicia una
sonrisa profunda en tu boca y en tu alma y hazla crecer a la vez que
ves crecer tu luz en tu interior.
En
ese crecimiento paralelo, dentro y fuera, se disuelven las cortinas,
las nieblas mentales oscuras que nos se han ido contagiando y adhiriendo
en el día a día de la crisis, nuestra luz va tomando su fuerza y
redoblando su poder activo de transformación.
Seguimos
con este crecimiento de la luz interna y de la sonrisa hasta que dicha
luz ocupa todo nuestro cuerpo y la sonrisa amplia y natural es una flor
que ilumina nuestro rostro y nos hace más bellos, más bonitas, más
radiantes.
Llegados
a este punto, donde la luz del Equinoccio ha vencido y disuelto las
nieblas internas del miedo y la sonrisa de nuestro corazón ha
reinstalado la alegría en nuestra alma, expandimos ambas a quienes nos
rodean, a nuestros próximos, estén o no en presencia física, les
invadimos con nuestra luz y limpiamos sus sombras, les contagiamos la
alegría profunda con nuestra sonrisa. No hace falta que estén presentes
(mejor si lo están), basta con visualizarles próximos a nosotros y que
participen por contagio de nuestra ceremonia de luz. Ahora podemos
continuar ese proceso de despertar y expandir de la luz y la alegría
hasta donde queramos, mientras nuestras fuerzas lo permitan, expandiendo
sus círculos más y más lejos, más y más profundos. La expansión de la
luz queda ahora en tus propias manos.
Para
el momento final del éxtasis de la luz en ti, te dejo unas frases a
modo recordatorio por si prefieres emitir decretos, externos o internos.
“Este es el éxtasis de la Luz que YO SOY”
“Yo decido la Luz, yo sonrío la Luz, la Luz es mi alegría”
“La Luz se manifiesta en la Alegría que YO SOY”.
“Donde hay Luz hay Alegría, donde hay Alegría hay Luz”
Y recuerda para los días que vendrán, que la sonrisa en tu boca es una decisión nada más que tuya, de tu Ser, de tu Luz...