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jueves, 4 de agosto de 2011

Trastornos alimentarios, pesadilla para padres…

Trastornos alimentarios, pesadilla para padres…


El estrés en la época de exámenes agrava los casos de trastornos alimenticios y el estigma es creer que no es una enfermedad, que se trata de niñas bien que lo hacen para llamar la atención. Totalmente falso
Por Claudia Duran *

Enfermedades como la anorexia y la bulimia continúan siendo una auténtica pesadilla para padres, familiares y comunidad educativa en general. Pese a que los jóvenes cada vez cuentan con accesos más fáciles a la información, la presión social que con frecuencia reciben en forma de estereotipos y mensajes de corte publicitario puede hacerles caer en una espiral de difícil salida.

Para combatir estos peligrosos trastornos alimentarios, es muy importante dotar a los padres de armas a la hora de prevenir, detectar y encarar estas enfermedades.

Primeramente, se trata de identificar correctamente el posible problema. Hay que tener en cuenta que, pese a que la familia no puede ser considerada como una causa del trastorno, sí es cierto que determinadas actitudes, junto a factores individuales y sociales, pueden predisponer una persona a padecer de anorexia o bulimia.

Con la llegada de la primavera, comienza la exposición de los cuerpos. Un calvario para muchas jóvenes.

El caso tipico es el de una mujer perfeccionista. Tiene la autoestima por los suelos y una visión distorsionada de su cuerpo, y en estas fechas se enfrenta a una pesadilla. En época de exámenes, las enfermas de anorexia y bulimia -porque este tipo de trastornos sigue teniendo un perfil marcadamente femenino- viven un auténtico calvario. Quieren sacar buenas notas, ser las mejores. Una situación de estrés que la mayoría de jóvenes supera, pero que en el caso de aquéllas con un trastorno alimentario, se convierte en drama. Si a eso se suma que con la llegada del buen tiempo aumenta la exposición del cuerpo, el cóctel resulta peligroso.

Si se agrega la epoca veraniega… todo y nada influye. Son factores que no alteran a las personas con estabilidad emocional, pero sí a las más vulnerables, a aquéllas con un factor de riesgo, con un alto nivel de expectativas, que persiguen la perfección, que aspiran a sacar las mejores notas. En estas fechas, se las pone a prueba.

En cuanto a la prevalencia, si se toma una definición estricta, esta gira en torno al uno por ciento, aunque puede subir al ocho por ciento si se tiene en cuenta una sintomatología más leve. Unas cifras que no han variado significativamente en los últimos años, aunque la detección precoz y el diagnóstico han mejorado sustancialmente.
Pero la lucha contra esta dolencia va más allá del ámbito médico. La principal causa del estigma, es que se cree que no es una enfermedad, que se trata de niñas bien que lo hacen para llamar la atención. Eso es totalmente falso.

Entre los factores más destacados se pone especial hincapié en aspectos clave como una educación inapropiada e insuficiente, sobre todo en cuanto a hábitos de alimentación sana se refiere; no potenciar las habilidades sociales o la autoestima del hijo; una dinámica familiar donde predomine un clima tenso, agresivo o distante; poca comunicación; altas expectativas familiares; madres sobreprotectores; cambios de roles familiares; padres preocupados por la figura, la dieta y el peso; sobrepeso u obesidad de los padres o de algún miembro de la familia, y patologías de los padres como depresión, adicciones y ansiedad.

Los trastornos alimentarios suelen aparecer entre los 12 y los 17 años, aunque su presencia puede darse incluso hasta los 25 años. En el caso de la anorexia, casi un 95% de los afectados suelen ser chicas con niveles bajos de autoestima, ligados a la aprobación de los demás y a la apariencia externa.

La bulimia por su parte suele surgir en edades algo más avanzadas, sobre todo entre los 18 y los 20 años. Estos episodios de gran voracidad alimentaria acompañados de conductas purgativas como vómitos y laxantes suelen vivirse con una gran ansiedad, seguida de intensos sentimientos de culpa, ya que quien los padece son incapaces de controlarlos.

En la inmensa mayoría de los casos se requiere de ayuda consistente en un tratamiento principalmente encaminado a modificar la conducta, siendo la ayuda y el apoyo de familiares y amigos de suma importancia para superar estas enfermedades.

Desmontar un mito: sí se cura
- Los trastornos alimentarios, como todas las enfermedades mentales, se curan. Un tercio de los casos lo hacen completamente, otro tercio se mantiene con algún síntoma, mientras que el resto se cronifican. Hay un falso mito de que se trata de una cadena perpetua.



*Dra. Claudia Durán – Medica Especialista en Nutrición – M.P.: 16404 – M.N.: 73561

claudiaduran@nutrime.com – ccduran@intramed.net.-LUZ EN TU SENDERO